viernes, 16 de septiembre de 2016

Tontería del viernes

No puedo evitar colgar esto aquí. Me lo han mandado esta mañana y he empezado el día con unas buenas risas. Desde luego hay gente con mucha imaginación y buen humor.

Queda inagurada la sección "Tontería del viernes"


martes, 13 de septiembre de 2016

Irse no es fácil

Irse no es fácil. Hala...ya está...ya lo he dicho. 
Y mira que después de diez años viviendo en Hong Kong, diez años de conocer gente, y diez años de decirles adiós, me consideraba una experta en despedidas. Pero claro, no es lo mismo ver lo toros desde la barrera, que ser tú el que torea. 

Hace meses que no escribo en el blog. Dejé de hacerlo cuando nos enteramos que nos volvíamos a España. Quise vivir el tiempo que me quedaba allí lo más intensamente posible, y por eso dejé el blog a un lado. Haciendo notas mentales sobre lo que me gustaría escribir más adelante, sobre lo que se me estaba haciendo más difícil...y conociéndome, no escribiré ni la mitad de la mitad de eso. 

Mirando atrás, no me canso de decir la suerte que hemos tenido por esta experiencia. Estar tanto tiempo en un país que no es el tuyo, conocer no solo esa cultura, si no varias de las muchas que conviven allí, tener que soltarte con otro idioma (Qué remedio), reinventarte laboralmente para hacerte un hueco allí, viajar, pero por encima de todo, crearte una nueva red allí. 

Porque cuando te vas, tu familia, tus amigos de toda la vida, tus compañeros de trabajo, de colegio, tus vecinos...todos ellos quedan atrás. No te acompañan. De repente te ves solo en un lugar de caras extrañas. Y encima, si caes en un país como Hong Kong, un lugar donde la gente parece autómatas andando por la calle, siempre con prisa, siempre con estrés, donde nadie saluda en el ascensor, donde la misma persona que le has sujetado la puerta para entrar en el edificio, te la ha cerrado en tus mismas narices en el ascensor, donde te empujan en la calle si te medio despistas un poco...eso es Hong Kong, pero por suerte, es eso y muchas más cosas. 






Llega un momento, que no sabes cómo, te haces un hueco allí, y te vas haciendo un grupo de amigos, que lo son todo...amigos y familia, porque cuando estás fuera, todos esos lazos se intensifican y se hacen más fuertes. No solo porque están en tu día a día, ni en los cafés en la plaza, o porque te escapas como buena malamadre a tomarte una o varias margaritas en happy hour. Para todo eso, al fin y al cabo, te sirve cualquiera. Sabes que una amiga de allí ha pasado a ser familia, porque cuando das a luz están contigo en cada momento, dándote el respiro que tanto necesitas y no tienes, porque allí estás sola. Porque cuando te han escayolado una pierna y a tu marido le están operando (sí, parece de chiste) están con tus hijos para que ellos no se enteren de nada. Porque si estás muerta de miedo aunque no lo digas, por unos resultado médicos, te acompañan a la consulta y se quedan estoicamente esperando horas, cual madre de la Pantoja. Porque si además de estar sola entre semana, tu marido tiene que trabajar el fin de semana, te incluyen en sus planes familiares.Porque cuando tienes que despedir a algunos de estos amigos, sientes que te rompes por dentro. Porque eso pasa cuando eres expatriada y haces amigos...que en realidad son familia. 

Nosotros hemos tenido mucha, mucha suerte. Hemos hecho amigos, que aunque seamos de diferentes partes del mundo, y aunque no sepamos cuando nos podamos volver a ver en persona, vamos a seguir siendo familia. Pero ha sido muy duro el decirles adiós, el dejar de estar, y el que ellos estén en tu día a día. 

No hablo de la despedida. Jo, que bien me lo pasé. La única pega que con tanta gente no le puedes dedicar a todo el mundo el tiempo que quieres. Pero fue genial reunir a casi todos, sin olvidarme de los que ya se fueron y que fueron y siguen siendo tan importantes. Me sentí súper mimada mis dos últimos meses allí. Tengo la clase de amigas que por hacerme feliz, son capaces de salir por Central con pelucas de colores, o cocinar platos típicos para que los meta en el blog, o, no hacer un jersey de crochet a un árbol como quería yo, si no a una maceta. O liarlas para limpiar y pelar kilos de ceras de colores,para recaudar fondos para un hospital.  Tengo la clase de amigas que admiro, por lo valientes que son para empezar una nueva vida tan lejos de casa. Tengo la clase de amigas que me hacen reír a carcajadas cada vez que nos vemos, y al mismo tiempo, la clase de amigas que siempre me han dado un abrazo cuando lo he necesitado. 

La despedida fue emotiva. Pero el ver por última vez a cada persona...el saber que ese café, esa recogida en el colegio, ese cumpleaños adelantado iba a ser el último...eso sí que fue duro. 

Toda despedida tiene un lado agridulce. Ha habido personas que he echado de menos, incluso antes de irme. Que he sentido que no han estado conmigo esos últimos momentos como yo hubiera estado con ellas. Pero imagino que viviendo en Hong Kong, y en especial, si vas a estar mucho tiempo, te tienes que poner una coraza cuando te quedas, porque no te puedes derrumbar cada vez que alguien se va. Eso lo entiendo. Me duele, pero lo entiendo.

Ahora empieza un nuevo capítulo, de readaptación a nuestra vida,que de eso ya hablaré más adelante.